Hubo una vez un limosnero que estaba tendido a un lado de la calle. Vio a lo lejos venir al rey con su corona y capa. "Le voy a pedir algo, de seguro me dará bastante" pensó el limosnero y cuando el rey pasó cerca le dijo: "Su majestad, ¿me podría por favor regalar una moneda?" aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho.
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Entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dio al rey.
Complacido el rey dijo: "¡Ves como sí tenías!". Y le dio 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz. El mendigo dijo entonces: "Su majestad... creo que acá tengo otras cosas", pero el rey no hizo caso y dijo: "Solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar".
Es fácil en esta historia reconocer como el rey representa a Dios, y el mendigo a nosotros. Notemos que el mendigo aún en su pobreza es egoísta y no se desprende de lo que tiene aún cuando su rey se lo pide.
A veces, Dios nos pide que le demos algo para así demostrarle que Él es lo más importante que hay en nuestra vida, muchas veces nos pide ser humildes, otras ser sinceros, honestos, dedicados a ayudar a los demás, o no ser mentirosos. Pero nos negamos a darle a Dios lo que nos pide, pues creemos que no recibiremos nada a cambio sin pensar en que Dios devuelve el 1.000%.
Mi reflexión:
De mi pensar, Dios nunca pide nada al cambio, Él solo mantiene esa esperanza que algun día podemos aprender a perdonar, tolerar, comprender, escuchar, amar y dar...Por eso, él nos da de todo, esperando algún día podemos aprender de su bondad y ser bondadoso también. La tierra es como una escuela, debemos mantener siempre un corazón humilde con deseos de aprender, podemos aprender a tolerar la mala actitud de otros, podemos aprender a perdonar a los que nos han fallado, como Dios nos ha tratado a nosotros, como Dios nos ha enseñado a todos. En este universo existe una ley, se llama la ley de causa y efecto, lo que siembras es exactamente lo que vas a cosechar; sembramos bondad cosecharemos bienaventuranza; sembramos maldad, cosecharemos peligro y traición; sembramos amor, cosecharemos paz y tranquilidad; sembramos odio, cosecharemos guerra y oscuridad. Decidimos los que sembramos, las semillas de bondad o la maleza que daña a todos?
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